Elegí este fragmento porque me pareció un testimonio genuino del espíritu que animó a Hélène, en su arte de vivir y crear no sólo durante la breve existencia de su inspirador esposo, muerto prematuramente (1920-1951), sino a través de su largo tiempo de viudez, cuando se dedicó plenamente a producir sus más de veinte volúmenes .En ellos puede apreciarse cómo la escritura se constituye en un modo de reunirse con su amado, de rescatarlo de toda ausencia y preservarlo de la sombra. Sus poemas y prosas encarnan un diálogo infinito de amor.
Dra. Berta Kleingut de Abner |