Hélène Cadou (1922-2014) bis

Desearía que haya algún lector para esos primorosos autores, cuya obra no es muy conocida por el gran público argentino (ni sanjuanino).  

Siempre trato de elegir con criterio de excelencia estética y ánimo positivo, para contrarrestar -en alguna medida- eltiempo difícil que nos toca vivir.

 

 

En mi envío anterior les presenté a Hélène Cadou a través de un texto en prosa que sugería el espíritu amoroso  propio de su mundo poético y existencial.  Amor a la vida, amor a su compañero más allá de la muerte;  valoración de la energía humana puesta al servicio de lo bueno y lo bello.  Ahora, en este breve poema se puede apreciar la coherencia entrañable de la autora para plasmar una completa plenitud, basada en el despojamiento y la limpidez de la palabra.

Hélène habló de su trabajo de poeta  desde su deseo como mujer, de «lavar las palabras».  Vocablos comunes aparecen con una inédita capacidad de evocación de lo trascendente.  ¿Qué es ese «saber» que encabeza el poema? No se trata de un conocimiento libresco, académico, accesible sólo a unos pocos ilustrados.  Es la humilde  gratitud de cualquier ser humano cuya sensibilidad afectiva le permite sentir el infinito en el instante.

Dra. Berta Kleingut de Abner

 

 

 

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