Termino de leer una novela de David Foenkinos: La Delicadeza. Confieso que no conocía al autor, el título me atrajo. No quiero revelar
nada que pueda disminuir el interés del lector. Me limitaré a transmitir -muy sintéticamente- qué fue significando ese título a medida
que leía el relato.
Experimenté la sensación de una caricia en medio de las asperezas dominantes de nuestro tiempo. La cortesía de un lenguaje fluido
cuya riqueza surge del raro encuentro entre una facilidad -sólo aparente- y una hondura perdurable. Este universo literario se expande
como una fragancia para regocijo del lector, a través de deslizamientos imperceptibles de perspectivas y voces narrativas;
de imprevistas inserciones textuales que combinan el fragmento con la totalidad silenciada jugando así con la complicidad lectora.
Dra Berta Kleingut de Abner