Traigo de nuevo al presente la palabra universal del escritor francés, siempre actual. Este pensador, autor de una producción novelística, dramática y lírica que continúa inspirando a otros creadores y hablando a los pueblos del mundo, publica su último volumen: «El arte de ser abuelo» (1877). De allí extraigo un fragmento perteneciente al poema «Fraternité»: |
Ya en su ancianidad, con una lucidez trascendente, este vate -poeta y profeta- coloca a los niños como eje espiritual del sentido que asigna a la existencia. A ellos dedica su atención, su cuidado. Ellos impulsan renovadas energías para seguir sosteniendo ideales por los que luchó desde su juventud: Libertad, Igualdad, Fraternidad . En estos pocos versos podemos percibir la riqueza del despojamiento retórico: una enumeración en la que el yo lírico declara y se confiesa a la vez. Lejos de la tribuna política pero haciendo oír su voz públicamente; con el peso del sufrimiento a causa de severas pérdidas y ,sin embargo, capaz de transformar el dolor en música del alma. El sujeto sueña Valores, no sueña con valores; está consciente del incumplimiento de aquellos ideales y sigue enarbolándolos, porque piensa en los niños del mundo. Ellos merecen que sus mayores les dejen un mundo mejor. En ellos se encuentra el estado de inocencia que permite imaginar el paraíso. Estamos en deuda.
Dra. Berta Kleingut de Abner |